OFRENDA DE AMOR A LAS AGUAS DEL RIO POZUZO
En el Caserío “Tingo Malpaso” del distrito de Pozuzo, Pasco, los días viernes se realizan ferias donde los pobladores exhiben y venden tanto productos agropecuarios como una impresionante artesanía local. Hace 4 años tuve la oportunidad de visitar estas ferias; empecé observando todos los puestos y me detuve en uno donde se vendían unas hermosas mantas. Mas que preguntar por el precio de las mismas, quise conocer los detalles de cómo y quienes las hacían.
Fue así que después de dar a conocer mis inquietudes, una alegre y joven muchacha –con cierto dejo andino- me explicó que la calidad de sus tejidos se la deben al agua y seguidamente me dio a conoce la leyenda titulada “Ofrendas de amor a las aguas del río Pozuzo”.
Por supuesto que compré una manta y de esta manera comprendí que aun existen culturas que valoran cada vez mas su entorno y la importancia de éste en sus vidas, como en este caso el profundo respeto hacia el agua. De esta manera, el patrimonio cultural de mi pueblo Pozuzo se hace mas rico y se refleja en la artesanía andina. A pesar que la persona que me contó la leyenda falleció dando a luz el año pasado, la difundí en mi colegio con mucha nostalgia.
Desde hace muchos años todas las mujeres del Caserío de Cocatambo aprenden a tejer desde muy pequeñas gracias a la ayuda del agua y de sus mamás. Ellas, sabiamente aconsejan a sus hijas el respeto hacia el agua porque éste es el secreto para tener éxito en la confección de muchos tejidos como en este caso las famosas mantas que sirven para cargar en la espalda a los bebes guaguas, llevar productos de la chacra o simplemente para cobijarse en los duros inviernos que caracterizan a la zona alto andina de Pozuzo. Una vez que las mamás han cosechado el algodón, se lo dan a las niñas para sacarle las pepitas y empiecen a darle forma de hilo. Como es lógico, las pequeñas manos y corta edad de las niñas dificultan la labor, quienes con mucho esfuerzo deben culminar en una meta común: hacer un bollito del tamaño de su puño.
Es tanta la alegría y emoción que sienten las niñas al hacer los bollitos que al acabar de hacer su bollito, inmediatamente buscan a sus mamás para entregárselos. Es precisamente en este momento donde la comunidad le rinde culto al agua, motivo por el cual las mamás conducen a sus hijas al río. A pesar que para las niñas resulta fascinante acercarse al agua para bañarse o lavar su ropa, para la mayoría de ellas este momento deja una huella imborrable en sus vidas.
Madre e hija, con sus miradas puestas frente a las aguas del río Pozuzo, se arrodillan y piden a Dios que así como el río conduce sus aguas constante e infinitamente y sin obstáculos, vienen a ofrecer un bollito de hilo y recibir la bendición de sabiduría, talento y éxito en el arte de tejer a lo largo de toda la vida.
Este es el momento en que las niñitas lloran desconsoladamente porque las mamás les piden que arrojen su bollito al agua. Las niñas no comprenden por qué les piden eso y se resisten a desprenderse de ese primer bollito al que tanta atención y cariño le dieron, pero ante la insistencia y convencidas por las sabias palabras de sus mamás, terminan arrojando el bollito al río donde a la vista de ambas se empieza a desenredar y viajar con las aguas del río. Luego y solo después que ya no se ven señales del bollito, madre e hija regresan a casa donde por primera vez la mamá le enseña en el telar las primeras nociones de tejido, diciéndole a la hija que ya está lista para emprender libremente el desarrollo de su talento y tejer de manera grandiosa como el imponente cauce de las aguas puras y limpias del río Pozuzo que sin dificultad alguna va a descansar a la plenitud de los océanos. Todas las mamás son las responsables de difundir esta leyenda de generación en generación.
Fuente oral: Marlene Margarita Simón Aróstegui, Caserío de Cocatambo, Pozuzo, Oxapampa, Pasco
Escolar: Brunella Catie Egg Cusis, 13 años; Fundo San Teodoro, Pozuzo, Oxapampa, Pasco
Asesor: Yari Cusis de Egg
En el Caserío “Tingo Malpaso” del distrito de Pozuzo, Pasco, los días viernes se realizan ferias donde los pobladores exhiben y venden tanto productos agropecuarios como una impresionante artesanía local. Hace 4 años tuve la oportunidad de visitar estas ferias; empecé observando todos los puestos y me detuve en uno donde se vendían unas hermosas mantas. Mas que preguntar por el precio de las mismas, quise conocer los detalles de cómo y quienes las hacían.
Fue así que después de dar a conocer mis inquietudes, una alegre y joven muchacha –con cierto dejo andino- me explicó que la calidad de sus tejidos se la deben al agua y seguidamente me dio a conoce la leyenda titulada “Ofrendas de amor a las aguas del río Pozuzo”.
Por supuesto que compré una manta y de esta manera comprendí que aun existen culturas que valoran cada vez mas su entorno y la importancia de éste en sus vidas, como en este caso el profundo respeto hacia el agua. De esta manera, el patrimonio cultural de mi pueblo Pozuzo se hace mas rico y se refleja en la artesanía andina. A pesar que la persona que me contó la leyenda falleció dando a luz el año pasado, la difundí en mi colegio con mucha nostalgia.
Desde hace muchos años todas las mujeres del Caserío de Cocatambo aprenden a tejer desde muy pequeñas gracias a la ayuda del agua y de sus mamás. Ellas, sabiamente aconsejan a sus hijas el respeto hacia el agua porque éste es el secreto para tener éxito en la confección de muchos tejidos como en este caso las famosas mantas que sirven para cargar en la espalda a los bebes guaguas, llevar productos de la chacra o simplemente para cobijarse en los duros inviernos que caracterizan a la zona alto andina de Pozuzo. Una vez que las mamás han cosechado el algodón, se lo dan a las niñas para sacarle las pepitas y empiecen a darle forma de hilo. Como es lógico, las pequeñas manos y corta edad de las niñas dificultan la labor, quienes con mucho esfuerzo deben culminar en una meta común: hacer un bollito del tamaño de su puño.
Es tanta la alegría y emoción que sienten las niñas al hacer los bollitos que al acabar de hacer su bollito, inmediatamente buscan a sus mamás para entregárselos. Es precisamente en este momento donde la comunidad le rinde culto al agua, motivo por el cual las mamás conducen a sus hijas al río. A pesar que para las niñas resulta fascinante acercarse al agua para bañarse o lavar su ropa, para la mayoría de ellas este momento deja una huella imborrable en sus vidas.
Madre e hija, con sus miradas puestas frente a las aguas del río Pozuzo, se arrodillan y piden a Dios que así como el río conduce sus aguas constante e infinitamente y sin obstáculos, vienen a ofrecer un bollito de hilo y recibir la bendición de sabiduría, talento y éxito en el arte de tejer a lo largo de toda la vida.
Este es el momento en que las niñitas lloran desconsoladamente porque las mamás les piden que arrojen su bollito al agua. Las niñas no comprenden por qué les piden eso y se resisten a desprenderse de ese primer bollito al que tanta atención y cariño le dieron, pero ante la insistencia y convencidas por las sabias palabras de sus mamás, terminan arrojando el bollito al río donde a la vista de ambas se empieza a desenredar y viajar con las aguas del río. Luego y solo después que ya no se ven señales del bollito, madre e hija regresan a casa donde por primera vez la mamá le enseña en el telar las primeras nociones de tejido, diciéndole a la hija que ya está lista para emprender libremente el desarrollo de su talento y tejer de manera grandiosa como el imponente cauce de las aguas puras y limpias del río Pozuzo que sin dificultad alguna va a descansar a la plenitud de los océanos. Todas las mamás son las responsables de difundir esta leyenda de generación en generación.
Fuente oral: Marlene Margarita Simón Aróstegui, Caserío de Cocatambo, Pozuzo, Oxapampa, Pasco
Escolar: Brunella Catie Egg Cusis, 13 años; Fundo San Teodoro, Pozuzo, Oxapampa, Pasco
Asesor: Yari Cusis de Egg