lunes, 18 de junio de 2007

LEYENDA GANADORA DE LA REGION JUNIN


LA LEYENDA DEL PANRARAN YACU

Muchos años atrás en la Comunidad andina de Tapuk, todo era prosperidad, tenían siembras, animales y las tierras producían en abundancia. Es que existía una gran cantidad de puquiales que abastecían de agua, para que pudieran regar sus campos y criar sus animales.
Dicen que a un lugar donde Tayta Wamany producía agua, nadie podía acercarse por ser un lugar sagrado y aquel que intentaba aproximarse era encantado. Por eso, nadie se acercaba a Jatun Puquio (el gran puquial), que brindaba sus aguas cristalinas a todos los demás puquiales y desde allí alimentaba a Tapuk. Una tarde don Faustino retornaba de un viaje a la ciudad, ese viaje lo había convertido en una persona prepotente y egoísta, desconocía y se burlaba de la fe del pueblo diciendo que eran tonterías, que en la ciudad, nadie creía y vivían de lo mejor, se alimentaban de cosas ricas, se vestían de lindos vestidos, no utilizaban velas sino hermosas luminarias de electricidad e incluso decía él – el agua salía en las casas. Gritando a los cuatro vientos si sembraban e ingresaban a esos lugares sagrados no pasaba nada. Que todas las riquezas siempre han existido y existirán. El problema – decía – es que somos unos ociosos y no queremos explotar la naturaleza. Por eso, les digo que comencemos a cultivar todas las tierras y verán que no pasa nada.
Efectivamente, sembraron cuanto pudieron y cosecharon como nunca. Luego, aumentaron sus siembras, cosechando en grandes cantidades. Pero, luego de cinco años de explotar, a pesar de las siembras y el trabajo la tierra ya no producía como antes, los puquiales se habían secado. Todos se lamentaban de haberle obedecido a don Faustino quien se había suicidado sintiéndose culpable de la desgracia. Tapuk, se había convertido en un pueblo abandonado, las personas se iban a diferentes lugares en busca de mejores condiciones de vida y los que se quedaron tenían que trasladarse a lugares muy distantes para conseguir agua. Es que ya no había agua. A primeras horas del día, salían con dirección al único puquio distante a más de dos horas de camino. Cargado sus porongos de barro se trasladaban en búsqueda de agua. Los hombres realizaban todo un viaje, sólo para abastecer de agua en casa, mientras que las mujeres cocinaban y hacían la limpieza. Los animales se morían de sed y de hambre si no eran llevados de manera especial al puquio para que tomen agua.
En Tapuk, ya sólo dependían de las lluvias para sus siembras. Uno de los ancianos de la Comunidad, pidió una reunión para solucionar el problema causado. Efectivamente se reunieron en la plaza principal para escuchar al anciano. Fue cuando dijo: “Hermanos comuneros, durante mucho tiempo observé de cómo maltratamos a la madre naturaleza y nadie nos atrevimos a reparar esos daños, en estos cinco últimos días, sueño que Tayta Wamany, las plantas, los animales y el agua me hablan con mucho dolor y lágrimas sobre el maltrato que hemos causado y piden el arrepentimiento de todos para que ellos vivan y también nos den vida. Es muy urgente, llevar la ofrenda al cerro sagrado para poder recuperar la riqueza”.
- Ja, ja, ja – Eustaquio, uno de los comuneros rompió en carcajadas, – O sea, nosotros vamos hacer lo que un anciano soñó. No se pasen, si para eso nos reunimos es una pérdida de tiempo.
¡Un momento! – respondió el anciano – acaso, no somos concientes del daño causado a la naturaleza, así como nosotros tenemos vida, también ella tiene vida, por lo que pido por favor, formemos un grupo de personas con fe sincera, para dirigirnos al lugar sagrado y hacer los pagos o nos arrepentiremos – En silencio, se agruparon diez personas, curiosamente eran los mayores y en ese instante partieron al lugar sagrado llevando frutas, coca quinto, dulces, vino, cigarro y un conjunto de yerbas aromáticas. A la medianoche llegaron al lugar indicado, rezaron con devoción, al tiempo que realizaron las ofrendas respectivas.
Ya al amanecer retornaron al pueblo, cuando un sonido tenebroso se escuchó en las montañas ¡Panrarán! ¡panrarán!. Los pobladores salían de sus casas despavoridos, gritando a grandes voces ¡Panrarán yacu tujyaramun! ¡Panrarán yacu tujyaramun!, y buscando refugio. Momento en que llegaba el anciano pidiéndoles calma que eso era normal, porque Tayta Wamany había aceptado la ofrenda y ese sonido significaba que el agua había reventado en todos los puquiales y el agua del río nuevamente bajaba cristalino y en abundancia. La riqueza y la felicidad habían retornado a Tapuk. A partir de ese momento rinden culto y respeto a la naturaleza, porque sino volverán a escuchar un ¡Panraran!

Fuente oral: Comuneros de Tapo, Huaribamba, Tayacaja, Huancavelica
Escolar: Antony Lizardo Romero Chávez, 12 años, Huancayo, Junín
Asesor: Moisés Lizárraga Torpoco

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